18/Jun/1998

ESCULTURA O BÚSQUEDA DE SÍ MISMA

“Siempre me interesó básicamente el ser humano, y he trabajado en ese sentido; es una búsqueda psicológica y personal que he desarrollado durante mi carrera y que continúa. No es una propuesta nueva”, comenta la escultora Margarita Checa, quien hoy, a las 19.30 horas, presenta su duodécima muestra individual, en la casa Barranquina de Lucía de la Puente (Grau810).

Por ello una de las nueve piezas escultóricas (cinco en madera y cuatro en bronce) que exhibe se titula El juego del sí mismo, representado por dos niños hombre y mujer quienes al decir de la artista intentan reflejar la fragilidad del instinto, “que la gente dice que es fuerte y a pesar de ello está cargado de fragilidad”, asevera, tras explicar que lo suyo es verse y oírse dentro de su trabajo, como persona y como ser humano.

Para Checa, discípula de la maestra Cristina Gálvez, en todo trabajo plástico la búsqueda del tema es un choque con la realidad, aunque lo más importante, añade, es mantener la intensidad de ese encuentro que ha determinado su obra.

Si bien en su escultura anterior hubo una predominancia de figuras femeninas, ahora le interesa reflejar al ser humano en forma universal, a través de la inserción de trozos de maderas de distintos colores en las piezas de esta serie.

“Comencé a incluir madera a partir de la observación de un huaco xochimilco que me gustó mucho. Cuando vine al Perú desde Costa Rica, visité las Pampas de Nasca, allí sentí que uno se va marcando con el tiempo, igual que esas líneas que perseveran, y pensé en construir un manto Paracas. Ahora quiero investigar sobre la simbología de las culturas peruanas”, detalla.

Para la escultora, Costa Rica fue el encuentro con un mundo de intenso color, “una explosión de la naturaleza”.

En nuestro país trabajó con otros materiales, como el bronce y el cuerno de toro, pero considera que el mejor material es la madera del olivo, “ya que es fuerte y mantiene su olor original, dejándose pulir como una seda”, apunta.

Piensa que la madera proyecta cierta sensualidad, y que todas sus piezas escultóricas deben verse por varios lados.

“Una escultura tiene que llevarte a dar muchas vueltas alrededor de ella; ese envolvimiento refleja sensualidad”, dice.

Su exposición termina el 17 de julio, pero la escultora no detiene su trabajo, ha decidido quedarse a trabajar en el país, pues ha montado un taller y se prepara para una exposición que presentará a finales de año en Estados Unidos.

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