10/Dec/2004

Las puertas de la percepción de Margarita Checa

Digámoslo simplemente: Margarita Checa, escultora, tiene una constante en la forma, en la línea curva, en la forma generosa que hace meditar en el crecimiento de la vida. Frecuencia presente en esta exposición de parejas, de animales que en determinado momento funde en un solo ser.

 

EL ÁRBOL DE MARGARITA

Sus volúmenes se mueven o se enlazan al ritmo de un movimiento ondulante. Nunca como en su caso, las esculturas invitan a ese incontenible paseo a su alrededor que provocan las obras logradas con la trascendencia de una vitalidad interior que subyuga e impone el giro, por eso también elude los detalles superfluos, barrocos y sus deformaciones. Sin renegar del naturalismo responde a la necesidad del equilibrio total. Toda forma que se altera para lograr el efecto que la línea general propone se dignifica únicamente si alcanza a demostrar su necesidad estética. Este es precisamente su caso, aun cuando ha utilizado el mármol, el bronce, Margarita prefiere el árbol porque la madera le parece más noble para reproducir la figura humana y los animales dada su condición de material hábil, su adaptabilidad -no por eso fácil-, su dulzura que hace suponer un organismo vivo, apropiado para atravesar la vida o la sangre del arte que debe animarlos. Por otra parle, el proceso lento qué supone la talla hace que la escultora pueda ir comprobando o descubriendo la vida orgánica que puede originar pese a su estatismo y a su aparente muerte.

 

LAS PUERTAS DE PERCEPCIÓN

La inconfundible sensibilidad de la escultora que calibra nítidamente las formas en el espacio suscita espesores, modela las curvas y recorta las líneas rectas con el gusto de quien modela la arcilla o esculpe una madera dura, y compone mediante amplios ritmos, se reconoce una análoga intención que ejecutó a lo largo de estos últimos años en que habla por medio de las masas, los volúmenes, las angulosidades, las cavidades, los planos cuyos espesores van aumentando. Es el placer de labrar una materia resistente y con cuerpo pero la sintaxis se mantiene fiel al color mismo rebelando una notable sensibilidad, siguiendo una precisa intención estructural.

La materia no es más que un soporte rítmico destinado a subrayar según su expresividad particular las líneas básicas generadoras del espacio. Una pieza como Las puertas de la percepción es de una envergadura de 2.06 x 1.09, impresionante por su tamaño, uno no resiste la tentación de penetrar en su espacio interior y apoderarse de sus ritmos profundos donde la estructura de la imagen resulta unificada desde su interior; a pesar del geometrismo, de los escudos, el balanceo de los llenos y vacíos experimenta la mudanza de la luz y de la sombra por las incrustaciones de cuerno y la plata. Esta versión es una de las más felices por la sensual plasticidad de la materia que se transfigura en forma.

 

LARGA Y DESNUDA

Los desnudos alargados, de superficie vibrante por los efectos lumínicos, constituyen una inspirada metáfora de la inagotable linfa vital de la naturaleza. Los volúmenes simplificados de la escultura Eterno círculo, las superficies abiertas y luminosas donde la cabeza de la joven propone una imagen humana, tierna, natural y reconocible de delicadas modulaciones. La rítmica continuidad de este desnudo alargado, de superficie vibrante por los efectos del color y las incrustaciones de cuerno de toro y placas de plata en el círculo que la niña pisa.

La obra de Margarita Checa ha alcanzado su verdadera dimensión original. Su poder de afirmación nos hace olvidar los efectos del detalle, la belleza artesanal del tratamiento de la madera para llevarnos con mayor seguridad a lo esencial a los precisos rítmicos que fijan la situación de la estructura y determinan su condición.

La obra El naufragio tallada en madera de olivo expresa una intimidad seductora en los niños que a pesar de pasar por momentos dramáticos, sus pequeños rostros no expresan desesperación ni espanto sino una intensa calma en la pequeña embarcación en alta mar.

Esta misma calma se repite en El sueño del puma que nos lleva a la exactitud del dibujo del animal y el niño que duerme en su espalda de una manera perfectamente plástica expresando las dimensiones de los volúmenes con toda la masa de la gravedad que el artista ha interpretado.

Esta última exposición de Margarita Checa en la galería de Lucía de la Puente -Paseo Sáenz Peña 206, Barranco- da testimonio con indiscutible evidencia de su maestría en el manejo del oficio.

 

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