01/Jul/1998

LOS PERSONAJES DE MARGARITA CHECA

No le gusta cortar árboles, y sin embargo sus esculturas son de madera de olivo. Aunque así lo pareciera, Margarita Checa no se contradice, simplemente aprovecha una situación y de ella nacen sus obras. “Soy totalmente ecológica; no me gusta cortar un árbol, y menos un olivo que demora tanto en crecer. Mi hermano Manuel, quien siempre está muy ligado a la búsqueda de mis materiales en este caso madera de olivo me dijo que en el sur de Lima había un valle de olivos y que un señor, no sé por qué, había talado diez hectáreas de árboles. Al ver eso percibí una sensación como de muerte por todos los troncos que estaban tirados para hacer leña. Me pasé todo un día marcando los troncos que quería para que me los mandaran. Luego, un amigo japonés me dijo que no me preocupara, que la persona que los sembró sabía que yo los iba a llevar para darles nueva vida. Resultó que cuando le conté la historia a mi cuñada, me dijo que era su abuelo quien los había sembrado y que los quería mucho”, cuenta Margarita Checa.

En su taller del sur de Lima, junto al peaje, Margarita trabaja sus obras. Ella y dos silenciosos ayudantes huyen del ruido de la ciudad y optan por la soledad. “Los escultores no somos muy bienvenidos en la ciudad, levantamos polvo, hacemos ruido y la convivencia con uno debe ser un poco insoportable. Por eso es que compré este terreno, así no molesto a nadie”.

Nacida en Lima en 1950, Margarita Checa estudió artes en la católica y se graduó con honores. Ha realizado varias individuales y colectivas (dentro y fuera del país) y hoy, luego de dos años de ausencia (sus obras sólo han aparecido en contadas muestras colectivas), nos presenta una nueva individual que titula simplemente Es-culturas (galería Lucía de la Puente, en Grau 810, Barranco).

Margarita ha sabido dar vida a troncos que hoy podrían estar quemándose en una fogata playera. Sus figuras son personas, algo retraído, algo solo, pero también muy sensuales. “Hay un retraimiento en cada figura, como que están dentro y fuera, esos ojos negros ven realidad hacia afuera y hacia adentro. En el interior del ser humano hay líneas, actitudes y gestos que te dicen muchas cosas. Creo que cada uno me dice una cosa distinta”, reflexiona.

La madera le permite explorar sensaciones, descubrir nuevas texturas y presentarnos personajes que a pesar de su aparente fragilidad emanan más fuerza que un toro. “Cambio del metal a la madera básicamente por una necesidad de crecer. Una escultura chica una la cobija, mientras que una grande la abraza a una. Es otro tipo de espacio y sensación. Me gusta pulir la madera hasta que quede como una piel; en cambio en el bronce mantengo la rugosidad, una textura que con madera no me llama a hacerlo”, dice.

El ritual también está presente en cada figura. Las incrustaciones en cacho de toro y en diferentes tipos de madera introducen otro ritmo dentro de uno ya establecido.

Y, aparte del material, ¿qué ha cambiado en tu obra desde tu última individual?, preguntamos. “Los niños son una propuesta y forma distinta. El tema y el material siempre cambian, es una búsqueda, un caminar…”, puntualiza. (RM.)

 

Margarita Checa expone en la galería de arte Lucía de la Puente en Barranco Los niños son una propuesta distinta en la exhibición de Margarita

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