10/Sep/2004

MARGARITA CHECA AÑORANZA DEL MITO

La galería Lucía de la Puente alberga hasta el 2 de octubre una exposición individual de esta sobresaliente artista.

Margarita Checa nos recibe en su departamento de Barranco, rodeada en ese momento de las catorce esculturas en madera y bronce que conforman su actual muestra en la galería Lucía de la Puente, “Las puertas de la percepción”. Sus imágenes en su mayoría niños y adolescentes de rostros demudados tienen una gran carga expresiva por su inmovilidad y, paradójicamente, por la casi ausencia de rostro.

Resulta extraordinario lo que la artista es capaz de arrancar a la madera y el metal. Las esculturas no sólo conmueven por su belleza sino por el estado anímico que transmiten. “Más que melancolía, es una introspección, una mirada hacia adentro”, explica la escultura cuando le preguntamos sobre este aspecto de su obra.

Dos años le tomó completar sus trabajos a esta discípula de Cristina Gálvez y Anna Maccagno. Algunas de las tallas que conforman la muestra se han exhibido previamente en una exposición individual en las galerías Lowe de Santa Mónica y Atlanta, y en el Museo de Arte Latinoamericano de California. “Me he mantenido fiel a mi forma de entender el mundo a través de la figura humana o los animales”, dice Checa cuando se le pregunta por qué no se sumó a la corriente del abstraccionismo y optó por lo figurativo. “Creo que hay una parte surrealista en mi trabajo pero hay sobre todo un realismo mágico, que es totalmente latinoamericano”, añade. Para crear, la autora se refugia en su taller de Villa El Salvador donde se encarga de todos los aspectos de su producción. “Trabajo sobre todo en madera de olivo y caoba. Conseguí unas 80 toneladas de olivo y pedazos de caoba; las corto con moto sierra hasta llegar a una fase más fina. También hago las incrustaciones en cuerno de toro y plata”. “Tengo una añoranza del mito”, dice la escultora sobre el tema de sus obras, “de ese algo que es como un remanente en la memoria inconsciente de cada uno”.

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